viernes, 16 de noviembre de 2012
CONVIVIR EN EL TRÁFICO
VI FORO CONTRA LA VIOLENCIA VIAL JUEVES 4 DE JUNIO 2009 Madrid.
CONVIVIR EN EL TRÁFICO
Don Alfonso Sanz. Aldúan . Geógrafo, matemático y técnico urbanista.
• “Calmar el tráfico, domesticar al automóvil"
En primer lugar quiero agradecer a Stop Accidentes la invitación y también su
contribución a que en la agenda social y política de este país se incluya un
concepto que es necesario e imprescindible tener precisamente en los debates
sociales, en los debates políticos, en la Administración: el concepto de violencia
vial. Mi intervención incide en el concepto de violencia vial a través de la idea
“calmar el tráfico”Tirando del hilo de la violencia vial se llega al calmado del
tráfico.
Para empezar unas imágenes, un vídeo de un Hummer comportándose con
una violencia vial inaudita, en un entorno muy particular. Como se puede
observar, el vehículo se va topando con los coches y les va apartando, llega a
un sitio donde se encuentra con un autobús y se pasa a una mediana que hay
a la izquierda, y también empujándole un poco al autobús para pasa, aterroriza
a cuanto peatón, pasa y cruza, y acaba haciendo una serie de tropelías finales.
Esas imágenes simbolizan un caso extremo de violencia vial, a expresión de
fuerza, de poder, más allá de las normas, y nos ilustran sobre un conjunto de
comportamientos que son los que hay que reducir en esta sociedad, no tanto el
concepto de riesgo, el riesgo puede ser asumido individualmente, pero no el
riesgo hacia otros, que es lo que produce la violencia vial.
Más que responsabilizar a un elemento de nuestra sociedad en concreto, yo
creo que habría que reflexionar sobre cuál es el origen de la violencia vial en
general, para llegar al concepto de por qué hay que calmar al tráfico y cómo
hay que hacerlo. La violencia vial, yo creo que tiene que ver con los
valores sociales que están inmersos en la forma de entender la vida. En el machismo, en el narcisismo, en la sobrevaloración de que lo más importante es
desplazarse, y desplazarse rápido, en la mercantilización de bienes, etc.
Esta es la avalancha que nos viene, a través de valores sociales, a través de
un elemento fundamental que es el modo en que hemos construido nuestra
ciudad, cómo estamos haciendo un urbanismo dependiente del automóvil.
Cómo estamos construyendo nuevos barrios en donde se aísla el espacio
residencial del viario y por tanto se pierde espacio público. Todo ello genera
indirectamente violencia vial. El espacio público es un espacio de
convivencia donde pueden laminarse las actitudes de violencia vial, pero
un espacio público inexistente o un espacio público degradado, en el que
dominan las distancias y los vehículos, y no existen personas, no existen
relaciones sociales, indudablemente es propicio a la violencia vial.
Hay una serie de elementos muy visibles, como la publicidad que sigue
generando de alguna manera violencia vial, pero más allá de ese factor otros
varios son copartícipes de dicha violencia. ¿Cómo es posible que la industria
siga produciendo vehículos con unas características de diseño, de potencia, de
aceleración, de velocidad más allá de lo que es legítimo y legal en nuestras
calles y carreteras? El enfoque tecnológico que tiene la industria del automóvil
está orientado a mantener la potencia, mantener la velocidad, sin poner en
cuestión esos principios y por el contrario se olvidan otros como es la reducción
del peso, la reducción de la masa y la aceleración que generaría una reducción
consecuente de lo que es la violencia vial en la conducción de estos vehículos.
El marco institucional, las normas políticas, económicas y de infraestructuras
está generando también violencia vial. Un pequeño dato: en la transformación
que ha tenido este país, es su red de autovías por ejemplo que no tiene
parangón en ningún lugar del mundo. En el año 2007 la red de autovías y
autopistas españolas supero en longitud a la de Alemania
1
y por tanto tenemos
la red de autovías más importante de Europa, y eso quiere decir que
también se han desplegado durante muchos años políticas que han incentivado
el concepto de velocidad. El derecho a llegar a cualquier punto de este
territorio, de este país a una determinada velocidad.
Por último y eso ya entronca con la idea de calmar el tráfico con la que
estamos trabajando en planificación urbana. La ingeniería, la planificación, el
diseño de la ciudad y de las vías está generando violencia vial a través de
concepciones absolutamente anti-urbanas de lo que es el viario. Un vez que la
gente se va a vivir en estos barrios, llaman al departamento de movilidad de
este Ayuntamiento en particular, y dicen,” quiero que me calmen el tráfico”.
Pero es imposible calmar el tráfico con determinados tipos de diseño viario.
1
13.000 km de la red española por 12.600 km de la alemana según “EU Energy and Transport in figures.
Statistical Pocketbook 2010”. Comisión Europea. Oficina de Publicaciones.
¿Cómo van a calmar el tráfico y hacer que los peatones tengan que cruzar
cuatro carriles seguidos?
Cuáles son las consecuencias de la violencia vial, indudablemente los
accidentes registrados, y los no registrados por la policía, los hospitales o las
aseguradoras. Pero hay una cosa mucho más grave de fondo que pasa
desapercibida, que es el miedo, la preocupación, los cambios en los
comportamientos que tiene la población derivados de esa violencia vial. En
definitiva la salud, el medio ambiente, la convivencia, están puestas en cuestión
precisamente por la violencia vial.
Para reducir por tanto la violencia vial, hay que repasar todos los factores que
originan la violencia vial. Hay que cambiar los valores sociales, desvalorizar
el riesgo al volante, pero no porque las personas no tuvieran un derecho a
tener su propio riesgo, sino por el riesgo que generan a las demás; hace falta
mostrar que lo social y lo ambiental también es importante y que la evitación
del daño está por encima de todo, que es el concepto básico por ejemplo de la
visión cero Escandinava.
Esa idea de cambiar la concepción de lo que es espacio público y mostrar que
no todos los derechos los tiene el que tiene el vehículo más poderoso. Reducir
la dependencia respecto al automóvil, hacer un urbanismo sostenible, cambiar
el enfoque de la industria, pasar del enfoque basado en la potencia y en la
velocidad, a un enfoque basado en seguridad vial, eso es lo que en el fondo yo
creo que aporta, el concepto más importante del vehículo ciudadano, el coche
cívico que presenta la Liga contra la violencia vial de Francia, que habla por
primera vez de la masa de los vehículos, de la velocidad máxima también. Si
realmente la industria entrara en este concepto estaríamos hablando de una
reducción importante de la violencia vial, no sería el Hummer que
desgraciadamente hemos podido ver.
El nuevo marco institucional de la movilidad sostenible debe ser cómo calmar el
tráfico en términos de cómo tratar el viario, para hacer presente el pacifismo
vial, para hacer que se reduzca el número y la velocidad de los vehículos, con
el fin de hacer una ciudad, en este caso, con menor violencia vial.
El libro que ha comentado Jeanne Picard, CALMAR EL TRÁFICO (Ministerio
de Fomento, 2008), es una pequeña aportación, un pequeño grano de arena a
ese intento de reducir la violencia vial urbana. Hay que cambiar los valores, hay
que cambiar las tendencias y cambiar la ingeniería en modelo de movilidad.
Para los elementos de concepción de ese modelo viario, incluyen cómo es la
estructura, cuáles son las dimensiones, por qué se trazan esas calles de cuatro
carriles. Es imposible que se sigan trazando vías de ese tipo y que luego estén
calmadas, y que tengan una velocidad adecuada.
La relación entre los diferentes elementos de las vías, entre el espacio
peatonal, el espacio de circulación, las normas y gestión en el uso, etc. Cuando
todo lo anterior no se ha hecho o se ha hecho incorrectamente, y tenemos este
contexto, se nos pide a los urbanistas, a los que trabajamos en movilidad,
soluciones que llamo yo de final de tubería, como en las industrias, se trata de
poner un mero filtro sin atender a la comprensión global del proceso.
Esto es lo que pasa cuando nos piden calmar el tráfico en sitios donde
realmente lo que se tenía que haber hecho era otras cosas anteriormente.
Desgraciadamente, después hay que poner obstáculos, fricciones, roturas de
las trayectorias, obstáculos como los bolardos. Todas estas medidas, en
definitiva, lo que están mostrando es que hay una huella de un comportamiento
violento en la conducción, que no sería necesario atacar, si realmente hubiera
un seguimiento de las normas. Por tanto estamos ante lo que yo llamo,
fracaso civilizatorio, fracaso social. Se ponen unas normas y como no
funcionan, tenemos que poner luego obstáculos, badenes, etc.
Conclusión: para disminuir la violencia vial, hace falta algo antes y más
importante que poner dispositivos de reducción de la velocidad; para reducir la
violencia vial, hay que transformar ese contexto de la movilidad, hay que
transformar los valores imperantes. Si tenemos ese contexto claro, las técnicas
de amortiguación de la velocidad como las que mostramos en el libro, por
ejemplo, se convertirán en un instrumento estratégico, útil a corto plazo,
aunque no deberían convertirse en un fin en sí mismo.
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